viernes, 17 de agosto de 2012

Más de Cal que de Arena - La Belleza no Existe.



La belleza no existe


Así es. No hace falta un documental de la National Geographic ni la declaración brutalmente honesta de un niño de 5 años para saber que la belleza es un concepto sin definición universal y que depende de cada uno; pero que sin duda, es algo que todos entendemos y tenemos derecho a nuestra particular opinión.

Hace algunas semanas ví una película en la que la protagonista estaba lejos de posar para una revista de modas, pero a medida que la “íbamos” conociendo, me enamoraba de su mirada, de la manera de sonreír, de los kilos demás de su historia que nos enternecía hasta las lágrimas. Finalmente, la película terminó y la percepción que tuve de ella en las escenas finales, fue diametralmente diferente de la que tuve al inicio. Si me hubieran preguntado, hubiera dicho que era hermosa y que entendía a cualquier persona que hubiera tenido un interés estético en ella, aunque no hubiera calzado en el modelo comercial de belleza.

En otro programa de la televisión norteamericana, a una chica la someten voluntariamente a diferentes pruebas. En una de ellas, la presentan en paños menores en una sala donde están como diez mujeres con la misma ropa interior (el mismo color y estilo, quiero decir), ordenadas por tallas y medidas, de menor a mayor. Le piden que se coloque en el lugar en donde ella cree que le corresponde. En el 100% de las veces, esas muchachas se han colocado en el lugar de una persona más voluminosa. La percepción sobre ellas mismas fue diferente a la realidad y sus medidas mentales, a sus medidas matemáticas de peso, cintura, caderas, etc.  

Hay que considerar que un porcentaje de un solo dígito de las mujeres en el mundo tienen las "medidas adecuadas" de las revistas de moda y que el resto caemos en la normalidad cuya media –dicen los entendidos- podría estar alrededor de la talla 12. Si inferimos esta realidad a los números, la medida ilusoria solo la ostentan cerca del 4% (digamos) de la población. Pero el restante 92% (porque el otro 4% estaría en el otro extremo de gordura) está convencido que necesita entrar en la primera cola del diagrama, lo cual es un imposible, ya que si utilizamos la "Campana de Gauss" y una distribución normal -que no puede tener otra forma sino la de una campana- habrá extremos que suman un porcentaje pequeño y la mayoría caerá en la parte gruesa de la campana. 

Ahora, la mente humana funciona de muchas maneras menos estadísticas y es relativamente fácil (por experiencia propia) convertir el deseo de pertenecer al primer 4% en nuestro "objeto A" de la vida (parafraseando a mi psicólogo favorito). El "Objeto A" es un plan, un objetivo, una fantasía que perseguimos toda la vida sin conseguirla, pero que es lo que nos mueve a tomar decisiones, a maquillarnos, a ponernos aretes, hacer ejercicio, dieta, operaciones, etc. Si no logramos sacar esa calidad de "Objeto A" al objetivo de conseguir ese improbable cuerpo que queremos (más difícil conseguir el 4% que conseguir el 92%), no importa que tanto se pueda bajar de peso o cuánto hayan disminuido nuestras medidas, la satisfacción solo tiene un 4% de probabilidades efectivas. Y si nos sentimos finalmente satisfechos, es mejor haber conseguido otro "Objeto A", de lo contrario no habría razón de levantarse por las mañanas, ni razón de vivir, de comer, actuar, etc. Las estrellas de rock que se han suicidado en la cúspide de su fama nos han dado bastantes ejemplos de lo que implica alcanzar lo que se desea.

He reducido entonces la belleza física a números de una sola cifra y con esto podría parecer que es muy escasa y prácticamente inexistente. O que en realidad no existe en ese lugar en donde estamos buscándola. Por ejemplo, Angelina Jolie casi seguramente aparecerá dentro de las 10 primeras respuestas a la pregunta ¿Quiénes son las mujeres más hermosas?, pero eso no la salva de que a su marido le parezca más atractiva la niñera, a pesar de que sus medidas no se acerquen a lo perfecto. La belleza está en las imperfecciones, en las contradicciones y en las características que se presentan como un espejo de las nuestras. Sin querer cometer una infidencia, desde hace algún tiempo me he sorprendido encontrando belleza en lugares, en rostros, en cuerpos, en gestos y en miradas que antes no había notado. Y me he preguntado cuál será el concepto de su propia belleza de aquellas personas que muy frecuentemente ven feas a otras y las critican con fuertes epítetos. 

En muchos otros ejemplos de las pantallas y más aún en la vida cotidiana, el atractivo de una mujer no está ligado a la poca o mucha virtud de sus formas sino a la ventaja que ha sacado de cada una de ellas. Que ropa ha escogido, que accesorios le sientan bien, que maquillaje le favorece.No pocas veces me he comparado con la mujer junto a mi en la caja del supermercado y he querido verme como ella, vestir como ella y lucir tan atractiva, a pesar de que los números puedan estar a mi favor. La belleza es una ciencia que tiene de magia también: Si no crees que la tienes, no la tienes.

Estas y otras observaciones me han llevado a la conclusión: La belleza no existe, la calidad de lo bello dice más de lo que está detrás de los ojos y menos sobre el objeto de admiración. Para percibirla, he notado que es indispensable reconocerla dentro de nosotros mismos. Hasta la próxima.