Hasta la saciedad
he oído el consabido comentario de que en japonés, la palabra Crisis se escribe
igual que Oportunidad, lo que implícitamente describe la tenacidad del pueblo
nipón para superar las adversidades y transformar los recursos con los que
cuentan en las necesidades del resto del mundo. En todos los talleres y charlas
sobre economía lo han dicho y se me ha quedado grabado, al igual que las
“oportunidades las pintan calvas”, aunque al principio de este artículo no sepa
a lo que se refiere dicha frase.
En fin, todo el
tema de las oportunidades no terminó siendo más que una expresión trillada de
sobremesa, hasta que heme aquí, con la vida en dos maletas, en un país
diferente y con una hija que tiene una nacionalidad diferente del resto de la
familia. Aquí se habla mucho de crisis económica, de crisis inmobiliaria, pero
en el poco tiempo en el que estado viviendo y haciendo compras, pude
experimentar de primera mano el que la crisis sea una moneda de dos caras.
A pesar de
cualquier crisis, las personas han seguido, siguen y van a seguir comprando.
Tal vez no lo que usualmente compraban y algunos capaz que han reducido el
consumo, pero lo más probable es que hayan modificado sus hábitos por otros más
asequibles o que les brinden mayores bienes o servicios por el dinero que
gastan. La oportunidad aparece entonces, para la creatividad de quienes producen
nuevos artículos que aprovechan este entorno aparentemente negativo. Igual está
sucediendo en el área inmobiliaria, nos hemos encontrado con muchas viviendas
que han perdido su “valor” monetario en el mercado, pero que ahora pueden ser
compradas por quienes antes no podían hacerlo por su “burbujeante” elevado
precio.
Mis circunstancias
también podrían ser consideradas en crisis, pero puedo perder la oportunidad de
estar viviendo un episodio único y gratificante. En los últimos años me he
encontrado más de una vez protestando por una vida muy planificada, muy
resuelta, corriente hasta cierto punto. Que me hace falta algún desafío, alguna
vez pensé, que me brinde la ocasión de renovar y me repare la ilusión que a
veces se disuelve en la rutina. Supongo que “hay que tener cuidado con lo que
se desea”, pero puedo elegir ahora vivir como si hubiera sido despojada de algo
o como si tuviera la inusual posibilidad de empezar desde cero y hacer lo que
siempre he querido, en lugar de lo que siempre he debido. La pregunta debe ser
entonces ¿qué es eso que quiero?
Mientras sigo
pensando y viviendo mi aventura personal, comparto con ustedes la historia de una
diosa de la mitología romana llamada “Ocasión”. De belleza sin igual, solía
pasearse desnuda sobre una rueda y su principal característica era su abundante
cabellera en la parte frontal de su cabeza, que contrastaba con la falta total
de ella en su parte posterior. Al ser impulsada también por las alas de sus
pies, era imposible de ser atrapada por detrás, debido a la gran velocidad con
la que pasaba y a la calvicie de su cabeza. La única manera era esperarla de
frente y tomarla de los cabellos. O eso es lo que dicen. Hasta la próxima.