viernes, 7 de septiembre de 2012

Más de Cal que de Arena - Sé lo que hiciste en las vacaciones pasado



Sé lo que hiciste en las vacaciones pasadas


Puedes respirar tranquilo, en realidad no sé lo que habrás hecho en las vacaciones. Pero si sé lo que yo hice y fueron unas de las mejores.

Durante las vacaciones y los feriados, a menudo me he preguntado y he preguntado a cuanta víctima de mis criminales preguntas encuentre: ¿Cuál es el objetivo de las vacaciones? ¿En que deberían consistir nuestras actividades en esos días para que puedan ser catalogadas como vacaciones? Hace algunos años y muchos recuerdos, cuando nuestra familia no había crecido, las vacaciones eran sinónimo de un tiempo dedicado al holgazaneo intensivo, a dormir, comer y hacer el menor esfuerzo posible para “recargar baterías”. Así recuerdo días completos en pijama, comiendo en la cama y poniéndonos al día con las novedades del celuloide y de la pantalla chica. Recuerdo esa época con un poco de añoranza, pero también con angustia por el tiempo que podía haber sido invertido en otra cosa que ahora no me genere un sentimiento de culpa. Considero - con toda probabilidad de fracaso - que hoy hubiera podido estar hablando alemán fluidamente, que hubiera terminado de escribir por lo menos dos libros y que en estos momentos me estaría preparando para mi tercera maratón, luego de la inauguración de una exposición fotográfica. 

Luego la vida sigue su camino y los feriados y vacaciones significan la oportunidad de hacer lo que no se puede en el resto de días. No son precisamente días relajados, pero sí días diferentes a los “días de trabajo”. Mucha gente entiende así las vacaciones y cuando regresan al trabajo la conversación usual es la siguiente: “¿Cómo te fue, descansaste? No, estuvimos haciendo mil cosas, necesito unas vacaciones luego de las vacaciones."

También me encantan esos feriados, pero más de una vez me he encontrado apurada ante el estricto cronograma que me impongo y los tantos compromisos adquiridos para cada hora de esas fechas, sumados ahora al trajín de coordinar la salida de toda la familia al mismo tiempo, cada uno con sus propias necesidades para disfrutar de las vacaciones. Un tema aparte es el destino de la familia en esos días, el cual puede coincidir con el destino de muchas otras familias. En realidad esta es una de las razones por las cuales salir de la ciudad en feriado ha dejado de ser la meta de mis días de asueto, a no ser que en el futuro, el manejar en caravana y hacer fila en todos los restaurantes sea una actividad que no pueda hacerla todos los días en la ciudad.

Entonces, ¿cuál es ahora mi definición imaginaria de vacaciones? Es la época para hacer lo que nos place, a la hora que queremos y en la manera que nos gusta. Dejar los horarios a los que el cuerpo imponga y la mente nos solicite, ya sea dormir en una hamaca, viajar a la playa en temporada o igualarse con la montaña de trabajo en la oficina. Supongo que semejante definición podrá pasar a la realidad cuando no haya protagonistas menores de edad en ella. Cuando regresemos al punto de partida y comprobemos una vez más que la vida es circular y no lineal. 

Cuando pienso en eso, se me viene a la mente otra frase “Haz lo que amas y no tendrás que trabajar un día más en tu vida”. Me encantaría acuñar esa frase y que cada día de trabajo me produzca un placer comparable a un atardecer en el Caribe desde la proa de un crucero. Pero si esa frase fuera mía, ¿se me acabarían entonces las vacaciones? ¿o no? Hasta la próxima.