“El cambio es
la única constante” una frase de lo más trillada, que al parecer la han acuñado
desde los Taoístas hasta el ultimo gurú de los negocios, pasando por los
omnipresentes filósofos del Internet. Aunque finalmente no pude enterarme de
quien la dijo primero, nada es más cierto en un universo que cambia a cada
segundo.
En este
contexto y viviendo aún en el vórtex de un cambio repentino de casilla postal,
había quedado rondando la ilusión de regresar. Volver al estilo de vida, a la
casa, a la rutina, a las cosas como quedaron al momento de irse. Pero “volver”
parece ser un verbo inútil en cuestiones prácticas, ya que nada ha permanecido
igual y no es posible regresar al mismo punto del camino. Es una ilusión común
y me hace pensar en los amores tormentosos que terminan y regresan. Terminan en
la certeza de una relación que nunca debió ser y al poco tiempo regresan con la
fantasía de retomar la misma senda de la felicidad. Pero ya no somos los mismos
y ni siquiera estamos en el mismo camino que dejamos. En nuestros recuerdos la
felicidad tiende a distorsionarse y se presenta zalamera con más colores de los
que tuvo alguna vez, por este defecto humano de no querer recordar como fue,
sino como somos.
El destino
dependerá no de los eventos, sino de la actitud que tomemos frente a ellos, y
este “no tener a que regresar” ha sido liberador en muchos aspectos. Olvidarse un poco de regresar al pasado y
permitirse disfrutar de la expectativa de lo que va a pasar, es un regalo que
no me ha pasado desapercibido. Hay
muchos apegos a los que nos aferramos y creemos que los bienes materiales o que
nuestro nombre y apellido nos ponen en pedestales imaginarios, solo para darnos
cuenta de otra ilusión desbaratada: luego de tantos cambios, los humanos solo
somos nuestros hábitos.
Pero, me
inclino a creer en el camino -en la vida- como lo conciben los antiguos celtas.
Talvez no es una línea con principio y final sino muchos círculos, en los
cuales encontraremos nuevas oportunidades de repetir y mejorar (si algo hemos
aprendido). Tal como la penumbra diaria siempre dará paso a la luz
brillante y ésta a su vez dará la
bienvenida a la oscuridad, intuyo que en una de sus vueltas me encontraré
regresando a mi hogar, en donde quiera que esté. Hasta la próxima.
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