viernes, 14 de noviembre de 2014

La Felicidad por Decreto


Más de uno, por no decir todos hemos rumiado sobre la felicidad. A partir de las reflexiones y experiencias sobre los motivadores de la felicidad (que son los míos, por supuesto) y lo que en último término nos causa esta placentera sensación, me he topado con múltiples artículos y conceptos luego de las declaraciones públicas acerca de los saludos, del buen vivir, de los Ministerios de la Suprema Felicidad, Secretarías del Extremo Éxtasis, y demás intangibles que revolucionan la sociedad del siglo XXI.

Muy de acuerdo con una campaña que promueva el saludo y las sonrisas (como quería el anterior vice). Los más optimistas dicen que una sonrisa es un virus contagioso y que el momento que la usamos, recibiremos muchas más de las que damos. Indudablemente  nuestro entorno está lleno de espejos que reflejarán nuestra misma imagen. Un jarabe de saludos y sonrisas promueve la salud, la energía y nos libera de males emocionales y físicos que asechan a los pesimistas y en último término, - aunque nos sintamos como el consabido cuadro de “Lágrimas de Payaso” que paradójicamente tenían todos los consultorios pediátricos-;  las risas terminan por contagiar. 

La alegría es la sal de la vida, pero cada quien tendrá sus propios motivos para sonreír y más aún, no tienen relación con la economía o con la política, a no ser de una manera momentánea. ¿Por qué no vamos a ser más felices si el estado nos va a garantizar el bienestar, la salud, la alegría, el estatus entre las naciones? Probablemente nos haga sonreír si es que este mes vamos a pagar menos por las compras, la sonrisa sería mayor si la salud es un problema menos del que preocuparnos y nos reiríamos a carcajadas si la seguridad sería de todos. Pero la alegría no es felicidad y es pasajera.

Una vez que como individuos consigamos salud, dinero, trabajo, eventualmente vamos a querer subir un escalón más, con la consiguiente inconformidad, naturalmente humana. Y si la eventual alegría no fue provocada por nuestras decisiones, logros o conexiones, sino por decreto publicado en el Registro Oficial, pienso que va a ser bastante efímera. Es más, pienso que la sugerencia de la cursi frasecita “Buen Vivir” me suena a un “Heil” o a “Viva la Revolución”, a una emoción de silicona que nos quieren imponer como si fuéramos los payasos del cuadro.

La felicidad está más allá de la alegría y de las sonrisas. Más a la izquierda de la familia, de los bienes materiales, más a la derecha de la enfermedad o la muerte. La felicidad está en las rarezas que nos hacen únicos y las similitudes que nos permiten conectarnos con otros seres humanos y que nos hacen sonreír por motivos muy particulares, pero que generalmente tienen que ver con desarrollar los dones que vamos descubriendo y que nos hacen vivir nuestro destino.  Hasta la próxima.


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